sábado, 31 de mayo de 2008

Poemas
Los dos príncipes(Idea de la poetisa norteamericana Helen Hunt Jackson)
I
El palacio está de luto
y en el trono llora el rey,
y la reina está llorandodonde
no la puedan ver;
en pañuelos de olán fino
lloran la reina y el rey,
los señores del palacio
están llorando también.
Los caballos llevan negro
el penacho y el arnés,
los caballos no han comido
porque no quieren comer;
el laurel del patio grande
quedó sin hoja esta vez,
todo el mundo fué al entierro
con coronas de laurel.
¡El hijo del rey se ha muerto!
¡Se le ha muerto el hijo al rey.

II
En los alamos del montetiene su casa el pastor;la pastora está diciendo:"¿Por qué tiene luz el sol?"Las ovejas cabizbajas,vienen todas al portón;¡una caja larga y hondaestá forrando el pastor!Entra y sale un perro triste;canta, allá adentro, una voz:"¡Pajarito, yo estoy loca,llevadme donde él voló!"El pastor coge, llorando,la pala y el azadón;abre en la tierra una fosa,echa en la fosa una flor.¡Se quedó el pastor sin hijo!¡Murió el hijo del pastor!

La rosa blancaCultivo una rosa blancaEn Julio como en EneroPara el amigo sinceroQue me da su mano francaY para el cruel que me arrancaEl corazón con que vivoCardo ni ortiga cultivocultivo una rosa blancaVersos sencillosYo soy un hombre sinceroDe donde crece la palma.Y antes de morirme quieroEchar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,Y hacia todas partes voy: Arte soy entre las artes,En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extrañosDe las yerbas y las flores,Y de mortales engaños,Y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscuraLlover sobre mi cabezaLos rayos de lumbre puraDe la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombrosDe las mujeres hermosas:Y salir de los escombrosVolando las mariposas.
He visto vivir a un hombreCon el puñal al costado,Sin decir jamás el nombreDe aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,Dos veces vi el alma, dos:Cuando murió el pobre viejo, Cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez –en la reja,A la entrada de la viña.—Cuando la bárbara abejaPicó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerteQue gocé cual nunca: --cuandoLa sentencia de mi muerteLeyó el alcalde llorando.
Oigo un suspiro, a través De las tierras y la mar,Y no es un suspiro, --esQue mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyeroTome la joya mejorTomo a un amigo sinceroY pongo a un lado el amor.
Yo he visto al águila heridaVolar al azul sereno,Y morir en su guaridaLa víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundoCede, lívido, al descanso,Sobre el silencio profundoMurmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada De horror y júbilo yerta,Sobre la estrella apagadaQue cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravoLa pena que me lo hiere:El hijo de un pueblo esclavoVive por él, calla, y muere.
Todo es hermoso y constante,Todo es música y razón,Y todo, como el diamante,Antes que luz es carbón.
Yo sé que el necio se entierraCon gran lujo y con gran llanto,--Y que no hay fruta en la tierraComo la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quitoLa pompa del rimador:Cuelgo de un árbol marchitoMi muceta de doctor.VSi ves un monte de espumas,Es mi verso lo que ves:Mi verso es un monte, y esUn abanico de plumas.Mi verso es como un puñalQue por el puño echa flor:Mi verso es un surtidorQue da un agua de coral.Mi verso es de un verde claroY de un carmín encendido:Mi verso es un ciervo heridoQue busca en el monte amparo.Mi verso al valiente agrada:Mi verso, breve y sincero,Es del vigor del aceroCon que se funde la espada.XEl alma trémula y solaPadece al anochecer:Hay baile; vamos a ver La bailarina española.Han hecho bien en quitarEl banderón de la acera;Porque si está la bandera,No sé, yo no puedo entrar.Ya llega la bailarina:Soberbia y pálida llega:¿Cómo dicen que es gallega?Pues dicen mal: es divina.Lleva un sombrero toreroY una capa carmesí:¡Lo mismo que un alelí!Que se pusiese un sombrero!Se ve, de paso, la ceja,Ceja de mora traidora:Y la mirada, de mora:Y como nieve la oreja.Preludian, bajan la luz, Y sale en bata y mantón,La virgen de la Asunción Bailando un baile andaluz.Alza, retando, la frente;Crúzase al hombre la manta:En arco el brazo levanta:Mueve despacio el pie ardiente.Repica con los taconesEl tablado zalamera,Como si la tabla fueraTablado de corazones.Y va el convite creciendoEn las llamas de los ojos,Y el manto de flecos rojosSe va en el aire meciendo.Súbito, de un salto arranca:Húrtase, se quiebra, gira:Abre en dos la cachemira,Ofrece la bata blanca.El cuerpo cede y ondea;La boca abierta provoca;Es un rosal la boca:Lentamente taconea.Recoge, de un débil giro,El manto de flecos rojos:Se va, cerrando los ojos,Se va, como en un suspiro...Baila muy bien la española;Es blanco y rojo el mantón:¡Vuelve, fosca a su rincón,El alma trémula y sola!XIYo tengo un paje muy fielQue me cuida y que me gruñe,Y al salir, me limpia y bruñeMi corona de laurel.Yo tengo un paje ejemplarQue no come, que no duerme,Y que se acurruca a vermeTrabajar, y sollozar.Salgo, y el vil se deslizaY en mi bolsillo aparece;Vuelvo, y el terco me ofreceUna taza de ceniza.Si duermo, al rayar el díaSe sienta junto a mi cama:Si escribo, sangre derramaMi paje en la escribanía.Mi paje, hombre de respeto,Al andar castañetea:Hiela mi paje, y chispea:Mi paje es un esqueleto.XVIIIEs rubia: el cabello sueltoDa más luz al ojo moro:Voy, desde entonces, envueltoEn un torbellino de oro.La abeja estival que zumbaMás ágil por la flor nueva,No dice, como antes, "tumba":"Eva" dice: todo es "Eva".Bajo, en lo oscuro, al temidoRaudal de la catarata:¡Y brilla el iris, tendidoSobre las hojas de plata!Miro, ceñudo, la agrestePompa del monte irritado;¡Y en el alma azul celeste Brota un jacinto rosado!Voy, por el bosque, a paseoA la laguna vecina:Y entre las ramas la veo,Y por el agua camina.La serpiente del jardínSilva, escupe, y se resbalaPor su agujero: el clarínMe tiende, trinando, el ala.¡Arpa soy, salterio soyDonde vibra el Universo:Vengo del sol, y al sol voy:Soy el amor: soy el verso!XIIEstoy en el baile extrañoDe polaina y casaquínQue dan, del año hacia el fin,Los cazadores del año.Una duquesa violetaVa con un frac colorado:Marca un vizconde pintadoEl tiempo en la pandereta.Y pasan las chupas rojas;Pasan los tules de fuego,Como delante de un ciegoPasan volando las hojas.XLVSueño con claustros de mármolDonde en silencio divinoLos héroes, de pie, reposan:¡De noche, a la luz del alma,Hablo con ellos: de noche!Están en fila: paseoEntre las filas: las manosDe piedra les beso: abrenLos ojos de piedra: muevenLos labios de piedra: tiemblanLas barbas de piedra: empuñanLa espada de piedra: lloran:¡Vibra la espada en la vaina!:Mudo, les beso la mano.Hablo con ellos, de noche!Están en fila: paseoEntre las filas: llorosoMe abrazo a un mármol: "Oh mármol,Dicen que beben tus hijos Su propia sangre en las copas Venenosas de sus dueños!Que hablan la lengua podridaDe sus rufianes! que comenJuntos el pan del oprobio,En la mesa ensangrentada!!Que pierden en lengua inútilEl último fuego!: ¡dicen,Oh mármol, mármol dormido,Que ya se ha muerto tu raza!"Échame en tierra de un boteEl héroe que abrazo: me aseDel cuello: barre la tierraCon mi cabeza: levantaEl brazo, ¡el brazo le luceLo mismo que un sol!: resuenaLa piedra: buscan el cintoLas manos blancas: del socloSaltan los hombres de mármol!XLVIVierte, corazón, tu penaDonde no se llegue a ver,Por soberbia, y por no serMotivo de pena ajena.Yo te quiero, verso amigo,Porque cuando siento el pechoYa muy cargado y deshecho,Parto la carga contigo.Tú me sufres, tú aposentas En tu regazo amoroso,Todo mi ardor doloroso,Todas mis ansias y afrentas.Tú, porque yo pueda en calmaAmar y hacer bien, consientesEn enturbiar tus corrientesEn cuanto me agobia el alma.Tú, porque yo cruce fieroLa tierra, y sin odio, y puro,Te arrastras, pálido y duro,Mi amoroso compañero.Mi vida así se encaminaAl cielo limpia y serena,Y tú me cargas mi penaCon tu paciencia divina.Y porque mi cruel costumbreDe echarme en ti te desvíaDe tu dichosa armoníaY natural mansedumbre;Porque mis penas arrojo Sobre tu seno, y lo azotan,Y tu corriente alborotan,Y acá lívido, allá rojo,Blanco allá como la muerte,Ora arremetes y ruges,Ora con el peso crujesDe un dolor más que tú fuerte.¿Habré, como me aconsejaUn corazón mal nacido,De dejar en el olvido A aquel que nunca deja?¡Verso, nos hablan de un DiosA donde van los difuntos:Verso, o nos condenan juntos,O nos salvamos los dos!